Algunos hombres son como un elefante en una cacharrería, esto les hace flaco favor a la hora de ganarse el favor, valga la redundancia, de sus parejas infieles. Para tener éxito de verdad no solo hay que ser un ligón de primera y saber cómo satisfacer plenamente a una mujer en la cama. No, eso no llega, y si pensabas que sí, estabas muy equivocado amigo. Hace falta aportar a los encuentros con mujeres casadas infieles una actitud cautelosa, comedida y que inspire confianza. ¿Cuáles son las razones de que esto sea casi un requerimiento obligatoria? Lo vemos a continuación.
Las mujeres quieren aventuras con discreción porque arriesgan mucho
Antes de que probases por primera vez, o de que vayas a probar si es que aún no te has animado a hacerlo, te tomarás un breve, o no tan breve, instante para reflexionar y pensar cuáles son los pros y los contras de lo que vas a hacer a continuación. Pronto te será claro que los pros superan con creces a los contras, y no tendrás duda de que usar alguna de nuestras páginas recomendadas para encontrar amantes y mujeres infieles es una apuesta correcta, una suerte de opción ganadora.
No obstante existen los contras. Te mentiríamos si te dijésemos que no. Es por eso que un buen número de páginas en esta guía hablan de cómo evitar ser descubierto y de consejos generales para no verse metido en camisas de once varas. Así pues, si eres descubierto tienes todas las papeletas para llevarte un divorcio exprés, más aún si tu matrimonio no iba viento en popa. La situación empeora sin duda si tenéis niños o bienes compartidos.
Pero cuando una mujer es descubierta teniendo citas con casados, la situación, además de triste, desoladora y desesperanzada, puede tornarse violenta. Muchas mujeres no acabaron casadas con angelitos que digamos. Sin duda nuestros lectores no necesitan golpear a una mujer para mostrar su hombría, pero ese no es siempre el caso.
Las mujeres casadas con individuos violentos tienen muchos incentivos para huir de su matrimonio fallido de cualquier manera que se les ocurra. Tener parejas infieles es una buena manera de evadirse de una relación abusiva, opresiva y a todas luces unilateral. Pero… ¿Qué pasa si son descubiertas? Puede que no lo cuenten. En España, en 2016, sigue habiendo violencia de género, y el número de víctimas anuales se mantiene más o menos sin cambio. Se trata de una tragedia de calibre inasumible, y una realidad de la que cualquier hombre debe ser consciente a la hora de quedar con una mujer casada infiel. No hay que asumir que se conoce el motivo por el que tienen lugar los encuentros con mujeres casadas infieles. La mentira es ubicua en este tipo de relaciones, más aún cuando se quiere ocultar una verdad tan dolorosa, traumática y vergonzante. Al igual que quieres pasar desapercibido por tu parte, ayuda a que tu amiga tenga también aventuras con discreción.
Establecer unos primeros encuentros con mujeres casadas infieles para detallar la cita
Una buena idea puede ser tener el gesto de invitar a nuestra potencial amante a tomar unas bebidas en algún sitio tranquilo, lejos de las miradas de los vecinos cotillos y de transeúntes que puedan reconocernos y comenzar algún rumor desafortunado.
Si llegas a convencer a tu pareja infiel de tener esta especie de precita, conviene que, además de conoceros más y hablar sobre las cosas que tenéis en común y os gustan, converséis largo y tendido sobre los términos en los que os encontraréis y discutáis como tener la máxima discreción intercambiando información valiosa. Tal vez ese piso de alquiler que te dejan por unos días está en frente de la casa de su vecina. O a lo mejor ella quería llevarte a un cine que frecuenta uno de tus colegas…
Hay cosas que es mejor no dejar al azar porque las casualidades, como dicen los gallegos, haberlas hailas. Por supuesto siempre es mejor discutir tanto como sea posible a través del chat de infieles, pero entenderás que hay cosas que solo se cuentan cuando hay cierto nivel de intimidad y confianza mutua entre dos personas. Esto se da en las parejas infieles que se acaban de conocer, el cara a cara de algún modo lo permite, pero cuando hay una pantalla de cristal líquido entre medias, las palabras no fluyen con tanta soltura, las cosas se piensan dos o tres veces antes de presionar la tecla de introducción y todo parece más manido, manipulado en cierta medida. Háblalo con tu interlocutora y verás cómo, al exponerlo con delicadeza, le parece una magnífica idea.